Nos detuvimos un
par de metros antes de nuestras casas y me quede mirándolo fijamente. Yo nunca
había sido el tipo de chica popular y amiga de todos, pero no era de tener
problemas con nadie, me limitaba a mantenerme en mis asuntos siempre y cuando
los demás se mantuvieran fuera de ellos. Soy bastante tímida y amable con
todos, pero había algo en este chico que sacaba lo peor de mí, me entraban ganas
de sacudirlo de solo verlo, y eso me molestaba aun más. Pero no era justo para
Lily que yo odiara de forma tan inmediato a su hermano, y valoraba la delicada
conexión que parecía haber comenzado a tener con ella, así que por el bien de
las dos calle a mi enorme boca.
- Ve- le dije con
una sonrisa- no quisiera que te metieras en problemas por mi culpa.
- Sabes, el solo
no está en un buen día, le desagradan los extraños. Pero es un genial hermano.
- No lo dudo, no
hay problema.
Ella caminó un
par de pasos en dirección a su casa antes de darse vuelta - ¿estás ocupada
mañana?
- La verdad es
que no.
- Genial, si
quieres podemos pasar la mañana juntas en la playa.
- Me encantaría,
gracias Lily – le respondí – nos vemos mañana.
La observe darse
vuelta y corrí alegre hasta casa, sintiendo los ojos fijos de mi vecino en la
nuca; por mí que se fuera al infierno, estaba feliz, había hecho una posible
amiga, y eso ya alcanzaba para alegrarme irremediablemente el día.
De vuelta en casa
me encontré con que papá ya había llegado a casa de su primera jornada de
trabajo.
-¿Cómo estuvo tu día
preciosa? – me cuestiono mientras yo saltaba sobre la mesada y lo miraba mientras
se servía un vaso de jugo.
- Bien, en la casa
de al lado viven algunos chicos de mi edad, hay una chica muy agradable.
-Me alegro de que
ya hayas hecho amigos, porque no llamas a tu hermano y salimos los tres juntos
a comer pizza y comprar pintura para la casa.
-Me parece
genial.
Corrí escaleras arriba
para sacar a Julián de su tarea de estar tirado en su colchón dedicado a su
laptop, posiblemente chateando con alguna chica que ya hubiese conocido en el
pueblo. Salimos los tres y compramos todo lo necesario, para después parar en
el que parecía el bar más importante del lugar y comer pizza, que francamente
estaba deliciosa. Vi a papá y a Juli más felices y sueltos que en mucho tiempo,
tal vez este cambio de aire nos haría bien a todos, tal vez realmente podríamos empezar de cero
aquí.
***
Al día siguiente me desperté
bastante temprano, y después de hacer el desayuno y dedicarle un par de horas a
la lectura matutina Lily se presentó en mi puerta vistiendo un vestidito
veraniego y llevando un bolso de playa bajo el brazo. Le sonreí a la vez que la
dejaba pasar y la llevaba conmigo a mi cuarto. Tenía que darle puntos a la
chica por no haberse desmayado al ver el desastroso estado de mi habitación,
con ropa medio salida de valijas, un colchón arrimado contra una pared, una
montaña de cajas amontonadas frente al armario y varias latas de pintura en un rincón. Ella
simplemente se desplomó delicadamente en el colchón mientras yo revolvía una de
las valijas en busca de un bikini y una toalla de playa.
-La casa es muy linda,
nunca antes me había fijado.
- Gracias, aunque
todavía no he comenzado con la pintura y la búsqueda de muebles, pero me gusta.
- Me encantaría ayudarte
si quieres, soy una aficionada de la decoración.
- Eso sería genial
– le respondí mientras conseguía desenterrar un bikini de tiras negro y
sencillo del fondo de la valija, junto con la toalla y un pareo. – me vendría bien
algo de ayuda para lo que tengo pensado.
- ¿Y qué es eso? -
me gritó mientras yo me cambiaba en el baño.
- Bajemos y te cuento
en la playa – le respondí mientras salía del baño acomodándome la camiseta.
La playa estaba
simplemente perfecta, con el sol dando de lleno pero con una pequeña brisa que
te mantenía fresco, olas perezosas agitaban el agua creando pequeños cúmulos de
blanca espuma que bañaban la orilla; era el día perfecto, típico de cuando se acercaba
el final del verano, todo más calmo, más lento, casi como si el verano mismo quisiese
retrasar el inevitable comienzo de clases.
Llegamos unos
metros antes de la orilla y me llevo apenas unos pocos segundos despojarme de
las cosas y la ropa, camine emocionada hasta el borde del agua, dejándola mojar
levemente mis pies, estaba fresca y agradable. Lily se había estirado sobre una
esterilla y me miraba con una sonrisa de curiosidad, camine unos pasos atrás y
mientras soltaba una carcajada emprendí una carrera hacia el agua, corrí hasta
que el agua llego sobre mis rodillas y entonces me zambullí.
Desde pequeña el
agua había sido algo más que solo agua para mi, el nadar algo más que solo
nadar, mi hermano solía verme de pequeña y bromear con que debería tener un par
de genes de pescado mesclados en mi ADN porque no era natural que alguien
disfrutara tanto del agua. Agradecí el abraso calmo de ella mientras braceada
por debajo del agua hasta quedarme sin aire; subí un momento para tomar una
bocanada de aire y de una patada volví a bajar, la sensación que el agua me
causaba, era algo simplemente inexplicable. Salí de nuevo unos momentos más allá
de la orilla y bracee para salir del agua. Si fuera por mí me pasaría horas
dentro, pero me parecía un poco descortés dejar a Lily fuera sola.
Estire el pareo
en la arena y me acosté boca abajo junto a ella enroscando mi pelo en un moño
suelto.
- Veo que te
gusta el agua- me comentó entre risas.
- No tienes idea –
le respondí – fue una de las grandes razones por las que accedí a la mudanza,
tener grandes cuerpos de agua a mi disposición 24/7.
- ¿Dejaste mucho atrás
antes de venir aquí?
Me demore un
segundo mirando sus ojos a través de las gafas de sol que se había puesto – La verdad
es que no, no tenía muchos amigos o un
novio a los que extrañar.
- Me alegro. De
que te hayas mudado quiero decir –completó ante mi mirada inquisitiva – no hay
mucha gente nueva por aquí, y la verdad es que no tengo muchas amigas, así que
me gusta que ahora estés aquí. Los chicos están bien, pero estoy un poco
cansada de ellos.
- Te refieres a
la banda de modelos llenos de testosterona que abrieron tu puerta ayer. – Ella asintió
conteniendo una sonrisa – si, buen material genético, pero con esa actitud ante
las visitas me imagino que pueden llegar a cansarte.
- Solo cuando las
visitas son inesperadas y molestas.
Escuche la voz
antes de verle, pero había pasado muy poco tiempo para haber olvidado ese tono
de arrogancia y burla poco contenida. Gire la cabeza en su dirección y logre
ver dos piernas firmemente plantadas en la arena frente a mí y una socarrona
mirada pintada en su rostro. Muy bien, aquí se avecinaba el round 2.
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