viernes, 20 de septiembre de 2013

10°

     - ¿Te desperté? ¿o la almohada solo tenia ganas de pegarse a tu cara?- me preguntó Ian una vez que le hube abierto al puerta.
     - La segunda, últimamente mi almohada esta muy cariñosa.- le conteste media ida, los últimos vestigios del sueño aun colgaban de mi, tenia ese último abrazo grabado a fuego en la piel, sin saber muy bien como enfrentarme con él.
     Caminamos en silencio escaleras arriba, pero no le di muchas vueltas, él era una de esas personas con las que el silencio no era incomodo, era compartido, los dos juntos pero inmersos en nuestras mentes. Comencé a juntar algunas cosas que había tiradas en el piso al darme cuenta de que esta era la primera vez que el venia a mi casa, ni hablar del dormitorio; pero por suerte Ian solamente fue a la cama, estiro la colcha un poco y se desplomo sobre ella, como si llevaramos años haciendo esto. Desde su lugar me dirigió una de sus sonrisas relajadas, de esas que me hacían relajar a mi también.
     Me senté en el borde de la cama a su lado y comencé a jugar con los hilos sueltos de la pulsera que siempre llevaba puesta en la mano izquierda.
      - Entonces, cual es el plan para esta tarde. ¿Dormir?¿Relajarnos?¿Ir a la playa? o ¿tratar de dominar al mundo, pinky?
     - Estoy un poco cansada como para la dominación mundial, creo que la podemos aplazar un poco, pero la idea de tirarme un rato en la playa a leer o conversar en extremadamente atrayente.
     - Ah, que suerte, me hiciste acordar - dijo pegando un salto y agarrando la mochila que había tirado al costado de la mesita de luz, y de ella sacó un libro de tapa azul con un símbolo en llamas - lo encontré el otro día en la librería, y se me ocurrió que si insistes en leer esas cosas que llamas libros, podría subir un poco el nivel.
      Me pasó el libro con un ademan despreocupado, y se me quedo mirando. Por un segundo no hice más que recibir el libro, sobre el símbolo se leía Divergente, una pequeña luz se prendió en mi cabeza, había oído sobre este libro, pero cuando fui a comprarlo el precio era bastante elevado y había decidido que con la mudanza y todo seria mejor si lo leía en internet. Levante los ojos hasta verle, él me miraba medio serio, esperando alguna reacción, pero ni yo misma sabia como se suponía que debía reaccionar. Deje el libro aun lado y lo abrace con todas mis fuerzas, casi tumbándolo de la sorpresa.
     - Gracias - le dije antes de estamparle un beso en la mejilla - enserio gracias.
     - No es nada- me respondió el estrechándome también entre sus brazos, y me sorprendí por un segundo con la forma en la que parecíamos encajar el uno con el otro - dale, ahora cambiáte que te espero en la arena, vamos a nadar un rato

***

     Me encontré una pila de ropa y su mochila en la arena cuando baje y a Ian ya braceando en el agua. Tiré mis cosas junto a las de él y me metí rápidamente antes de que se diese cuenta de que ya estaba allí. Se había adentrado lo suficiente como para que yo ya no hiciera pie, así que mientras me dirigía a sorprenderlo comencé a bracear, notando como los músculos de los hombros y el cuello parecían aflojarse, y los brazos se adaptaban a un rimo que recordaban y jamas se me iba a borrar de la mente. Solía entrenar y competir cuando era mas niña, pasarme horas sumergida solo yendo y viniendo, abandonándome al constante abrazo del agua y dejando flotar mi imaginación, pero cuando mamá había enfermado lo había dejado para ir a cuidarla al hospital, y para cuando me sentía lista para volver a competir ya había pasado demasiado tiempo, nunca lo dejé, ni me arrepentía de haberlo pasado a un segundo plano, porque aunque ya no compitiera eso si formaba parte de mi vida, siempre lo haría.
     Pare un segundo al darme cuenta de que ya debería de haber llegado a donde él había estado cuando entre, pero no había nadie a mi alrededor, comencé a girar mirando a mi alrededor donde se podía haber escondido; aún ninguna señal,llene los pulmones de aire, preparándome para gritar su nombre cuando algo me cincho del tobillo y me hundió en el agua, patalee para soltarme pero unos brazos fuertes me rodearon, dejándome inmóvil. Patalee un poco y finalmente emergí tomando una gran bocanada de aire, con Ian aún agarrándome, y apuesto a que si él no hubiese querido subir no habría habido nada que yo pudiese hacer.
     - ¡Tonto! - le grite riéndome mientras intentaba zafar uno de mis brazos para golpearlo.
     - ¿Qué estabas pensando hacer Cassie? ¿Nadar hasta China?
     - Pudiste haberme matado, sin contar que no es muy caballeroso de tu parte impedirle la libertad a una dama.
     - No existe la caballerosidad en el agua - contesto aun riéndose, aunque me soltó - vamos, te juego una carrera.
     Sin esperar a que contara hasta tres comencé a bracear con todas mis fuerzas, comiendo metros de ventaja. Pude sentir como alargó nuevamente la mano intentando frenarme pero fallando. Seguí unos metros más y pare dando una voltereta, él tardo unos pocos segundos en llegar a donde me hallaba, con una risa marcada en sus ojos pero con el rostro serio.
     - Eres lento
     - Y tu una tramposa
     - Nadie dijo nada sobre no poder salir, tu quicistes una carrera.
    Ian me saco la lengua y comenzó a salpicarme, pronto nos habíamos enfrascado en una batalla campal, y lamentablemente yo no llevaba las de ganar. Seguimos jugando un rato antes de salir del agua y tendernos en un par de toallas al sol para secarnos. Éste ya se encontraba mas bajo en el horizonte, pero su luz aun no había comenzado a cambiar a anaranjado, significaba que aun teníamos algo más de tiempo.
     - ¿Hasta que hora te libero tu abuelo? - le pregunté, el se haba tendido boca arriba en su toalla, y podía ver como el azul de la misma casi hacia juego con el color tostado de su piel.
     - Mientras que vuelva entero para dormir tengo permiso todo el día. Y tu hermano, ¿cuando vuelven él o tu padre?
     - Julian vuelve generalmente cuando el hambre es demasiada como para seguir vagando por ahí, así que realmente no lose, pero para termina el turno para la hora de la cena esta noche, así que supongo que nos honrara con su presencia para entonces... - dude un momento antes de seguir hablando, mire sus ojos grises cuidadosamente, no sabia como se iba a tomar mi pregunta -  Ian, ¿te puedo preguntar algo?
     - Siempre podes preguntar, que yo responda es cosa mía - me dijo sin perder su humor habitual.
     - ¿Donde están tus padres?
     Lo vi tomarse un momento antes de responder mi pregunta, sentí como sus ojos se pasearon por el paisaje, alejándose de los míos. Su voz sonaba asombrosamente imparcial cuando comenzó a hablar, se notaba que estaba empleando todas sus fuerzas para contener lo que fuera que hablar de sus padres le causase.
     - En este momento se encuentran en el cementerio ambos, murieron cuando no tenia mas de 8 años. Mi madre era la mujer más buena que debe haber conocido este mundo, y mi padre la amo con todo su corazón. Estaban muy dedicados a la empresa familiar, y murieron en un coche de auto una noche volviendo muy tarde de trabajar. Desde entonces vivo con mi abuelo, él era quien me cuidaba cuando ellos no estaban en casa.
     Solo en ese momento Ian dirigió sus ojos hacia mí, pude ver que decirme esto no había sido algo fácil para él, y ni siquiera podía imaginarme a un niño de 8 años sobrellevando la muerte de sus dos padres. Pero también había una profunda aceptación en esos ojos, se notaba que no los culpaba por haber muerto, que no les mantenía rencor.
     - Mi madre murió hace un par de años - le dije antes de siquiera darme cuenta de las palabras que salían de mi boca - el cáncer se la llevo y creo que mi padre todavía nos e recupero de perderla. Es parte de la razón por la que el quiso que nos mudáramos aquí, para dejar ese doloroso recuerdo atrás.
     - Siento lo de tu madre - me dijo el mientras le daba un apretón a mi mano - pero me alegro de que estés aquí, necesitaba una amiga como tu en mi vida.
     Una extraña sensación se introdujo sobre nosotros, no quería que esta tarde se terminara, era como que mientras estuviéramos juntos y solos nada importaba, nos podíamos decir todo. Le devolví el apretón, antes de sentarme en mi toalla.
      - ¿Sabes que mas creo que necesitamos en nuestras vidas? - le dije sonriendo.
     - ¿Super poderes? - me contesto el dudoso.
     - No... bueno, en realidad si, no vendrían mal con toda la tarea, pero unos licuados de frutilla era lo que se me había venido a la cabeza.
     - A las frutillas entonces - me dijo mirándome a los ojos.

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