martes, 22 de octubre de 2013

La luz de una vela

     Fijó mis ojos en la titilante luz de la vela que se hallaba frente a ella, era todo lo que podía hacer para frenar las lagrimas que luchaban por escaparse de sus ojos. Sentía la música metiéndoselo  lentamente bajo mi piel y destrozando los últimos resquicios de equilibrio emocional que jamas había poseído. La hechizante melodía del piano acompañaba el compás de mis lagrimas cayendo sobre el papel que estaba apoyado debajo de la vela, y ni la caliente cera derretida era capas de ocultar las palabras que habían quedado grabadas a fuego en mis retinas. Podía sentir al resto a mi alrededor, de forma lejana y tan próxima al mismo tiempo, una superposición tan poderosa de emociones me recorrió sin la necesidad de mirarlos.
     Levísimos contornos de piernas y manos se distinguían a la luz de las velas, que cada uno tenía frente, cabezas gachas, cada una concentrándose en su propia vela, gritándole al mundo sin necesidad de abrir la boca. Los corazones unidos en un latido fuerte, constante que ya jamas pararía;  lentamente las voces comenzaron a expresarse, sumando a las lagrimas que ya se deslizaban por mis mejillas cayendo a esa hoja y mojando el dibujo. Las manos temblando y el corazón en shock, una pregunta tan simple, una pregunta a la que siempre había creído saber la respuesta, tan poco podía causar tanto.
     Reanudándose solo el sonido del piano, las manos se unieron sin una palabra, sin necesidad de mirarse, se buscaron, agarrándose con fuerza, brazos rodeando el circulo de luz, como un faro que jamas les permitiría perderse, un salvavidas, para las tormentas. La roja luminosidad bañaba los rostros, todos bañados por lagrimas, sin falta. Los ojos brillantes, labios temblorosos, el sentimiento cayendo y afirmándose en los corazones, dejando su marca indeleble y cambiándolo todo para siempre. Sin una palabra se dispersaron, yendo a pasar la noche.
     La luz mas potente del sol los despertó, sin opacar el recuerdo del calor de la vela y la dorada intensidad bañándolos. Casi como un pacto sin palabras les fue inevitable volver, volver allí aunque solo fuese para comprobar que la noche pasada había sido algo mas que un sueño, que realmente había pasado. Las lagrimas ya secas en el papel, la cera ahora endurecida creando formas y las velas apagando, pero listas para volver a ser encendidas.
     Alguien, o todos al mismo tiempo releyeron la pregunta que con tan poco, los había movido tanto; ¿Me amas? y como de ninguna otra forma podía ser, como antes las manos lo habían hecho, se unieron los brazos, rodeando a todo el que alcanzaban, fundiéndose en un abrazo, compartiendo el calor corporal, como el calor que la vela les había enviado callada en la oscuridad de la noche. Así fue ese abrazo, propulsando una onda de calor por todos los cuerpos, y casi como su fuese ensayado todos respondieron: Si, te amo. Sellando lo que vivieron, y marcando el camino que vivirían, que sin importar las distancias o las circunstancias los corazones seguirían latiendo como uno, enviándoles ese calor y esa luz, como los de una vela, que podían parecer poco, pero imposibles de ignorar dentro de la oscuridad. Él se aseguraría de que así fuera, como ya se había asegurado de que sus caminos se cruzaran.

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