miércoles, 7 de agosto de 2013


     Me desplome en el pasto a la hora del almuerzo, con las piernas y los brazos de cualquier forma. Sentí el sol en la cara mientras suspiraba. Era el viernes de la primer semana de clases, yeah, clases. La gente había sido cordial conmigo, había un par de chicas simpáticas y gracias a dios Ian y Lily compartían la mayoría de las materias conmigo, para hacer volar más fácilmente las primeras pesadas horas. Pero desgraciadamente también lo estaba Dante. Fijando sus ojos en mi nuca pero sin decirme nada desde aquella noche en mi casa, hablando de ser inquietante.
     Una sombra se proyectó sobre mi cuando Lily llego con los brazos llenos de comida y una sonrisa en la cara, sentándose con las piernas cruzadas a mi lado.
     -Sos un ángel, ¿te lo dije alguna vez? un ángel de la comida.
     - Creo que no, no sé si me queda el título.
     - Ya creo que si -  le respondí mientras me enderezaba y tomaba una bandeja de sanguches - la próxima yo pongo la comida.
    - Considéralo un regalo de primer semana de clases. Para reparar todo el daño que los demás puedan haber hecho.
     Le respondí con una sonrisa con la boca llena, no había habido tanto daño. Miré alrededor por el patio hasta encontrar a quienes estaba buscando. Desde el primer día había sido más o menos así, Lily comiendo aquí conmigo y sus hermanos comiendo más allá junto con la otra banda de genes de modelo. Dante tardó poco en mirar en nuestra dirección  reprobadoramente, era siempre lo mismo, y para mi vergüenza, yo siempre retiraba mis ojos primero. A veces pensaba en si los demás estaban enterado de su extraña visita nocturna, pero nunca había llegado a preguntárselo a Lily, temiendo que se preocupara. La chica tendía a tener emociones extremas, muy feliz, muy cansada o muy acelerada, no quería ser yo la que la llevase al borde de muy preocupada.
     Terminamos la comida cuchicheando sobre los profesores, la playa o la montaña de deberes que ya teníamos. Demasiado pronto se pasó la hora libre y teníamos que entrar para las ultimas horas del día, dos de historia del arte, era una de las pocas materia que me emocionaban bastante, y hacían invernar a Lily. Recogimos lo que habíamos desparramado antes de dirigirnos al salón.
    Ya me había colocado en mi asiento detrás de Lily, quien se negaba a sentarse junto a mí y presenciar mi ánimo por la clase,  y estaba sacando las cosas de la mochila cuando sentí un chirrido como de alguien sentándose en mi mesa. Levante los ojos ya sabiendo que era Ian quien estaba allí, sonriéndome y mirándome con esos hermosos ojos. Desde que nos habíamos conocido él había estado muchas veces mirándome, así, en silencio, solo mirándome con una sonrisa. No quería pensar demasiado en ello, sabía que si lo hacía terminaría embarrándola de alguna manera, y dios sabía que no quería hacer nada para embarrarla. Me sentía bien cuando estaba cerca de Ian, hablando de libros y música, riendo o simplemente diciendo incoherencias.
     - Hola - le dije por fin conteniéndome la sonrisa.
     - Hola... em, ¿quería saber si vas a hacer algo esta tarde?
     - La verdad es que no, pensé en nadar un rato en la playa, pero no tenía plantes ¿por?
    - Es que mi abuelo me dio el día libre y pensé que quizás quisieras salir juntos…
     Le mire de nuevo, como la luz dibujaba sombras en su cara, la pose relajada sobre el escritorio, los ojos brillando como ningunos que jamás haya visto antes, y jugaba son una lapicera, casi nerviosamente.  Pensé en que sería una hermosa foto si tuviese una cámara conmigo ahora, pero también como muchas cosas hermosas, no las podría capturar con una cámara.
     - Si – le conteste mirándolo.
     -Paso por tu casa a las cinco y vemos que quieres hacer – finalizó justo cuando sonaba el timbre.
     Regreso a su asiento junto con sus amigos, uno de ellos volteo a mirarme mientras hablaban con él, no me importo la verdad. Con una ahora más familiar sonrisa fija en el rostro voltee a mirar a Lily, quien tenía una mueca en su cara y abrió la boca para decir algo, cerrándola rápidamente cuando el profesor pidió silencio. Comenzó a hablar sobre las bases del arte grecorromano cuando la puerta se abrió, dando paso a un despreocupado Dante, quien sin inmutarse entro lentamente al salón. Idiota pensé; miró alrededor y casi pude escuchar los leves suspiros que soltaron mis compañeras de género cuando él pasó a su lado, no me lo podía creer. Con una sonrisa maliciosa se sentó en el lugar que había a mi derecha, dejándome entre él y la ventana.
     El profesor se aclaró la voz para recuperar la atención de sus alumnos tras un silencio un tanto incómodo.
     - Muy bien jóvenes – comenzó – desde ahora les diré que para aprobar el curso de este último año será necesaria la realización de un proyecto creativo sobre un tema a elección. El mismo será grupal, así que les sugiero que miren bien quien es su compañero de la derecha, ya que él o ella será con quien trabajaran este año.

     Genial…

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