Me desplome en el pasto a la hora del
almuerzo, con las piernas y los brazos de cualquier forma. Sentí el sol en la
cara mientras suspiraba. Era el viernes de la primer semana de clases, yeah,
clases. La gente había sido cordial conmigo, había un par de chicas simpáticas
y gracias a dios Ian y Lily compartían la mayoría de las materias conmigo, para
hacer volar más fácilmente las primeras pesadas horas. Pero desgraciadamente
también lo estaba Dante. Fijando sus ojos en mi nuca pero sin decirme nada desde
aquella noche en mi casa, hablando de ser inquietante.
Una sombra se proyectó sobre mi cuando
Lily llego con los brazos llenos de comida y una sonrisa en la cara, sentándose
con las piernas cruzadas a mi lado.
-Sos un ángel, ¿te lo dije alguna vez? un
ángel de la comida.
- Creo que no, no sé si me queda el
título.
- Ya creo que si - le respondí mientras me enderezaba y tomaba
una bandeja de sanguches - la próxima yo pongo la comida.
- Considéralo un regalo de primer semana de
clases. Para reparar todo el daño que los demás puedan haber hecho.
Le respondí con una sonrisa con la boca
llena, no había habido tanto daño. Miré alrededor por el patio hasta encontrar
a quienes estaba buscando. Desde el primer día había sido más o menos así, Lily
comiendo aquí conmigo y sus hermanos comiendo más allá junto con la otra banda
de genes de modelo. Dante tardó poco en mirar en nuestra dirección reprobadoramente, era siempre lo mismo, y para
mi vergüenza, yo siempre retiraba mis ojos primero. A veces pensaba en si los
demás estaban enterado de su extraña visita nocturna, pero nunca había llegado
a preguntárselo a Lily, temiendo que se preocupara. La chica tendía a tener
emociones extremas, muy feliz, muy cansada o muy acelerada, no quería ser yo la
que la llevase al borde de muy preocupada.
Terminamos la comida cuchicheando sobre
los profesores, la playa o la montaña de deberes que ya teníamos. Demasiado
pronto se pasó la hora libre y teníamos que entrar para las ultimas horas del
día, dos de historia del arte, era una de las pocas materia que me emocionaban
bastante, y hacían invernar a Lily. Recogimos lo que habíamos desparramado
antes de dirigirnos al salón.
Ya me había colocado en mi asiento detrás de
Lily, quien se negaba a sentarse junto a mí y presenciar mi ánimo por la clase,
y estaba sacando las cosas de la mochila
cuando sentí un chirrido como de alguien sentándose en mi mesa. Levante los
ojos ya sabiendo que era Ian quien estaba allí, sonriéndome y mirándome con
esos hermosos ojos. Desde que nos habíamos conocido él había estado muchas
veces mirándome, así, en silencio, solo mirándome con una sonrisa. No quería
pensar demasiado en ello, sabía que si lo hacía terminaría embarrándola de
alguna manera, y dios sabía que no quería hacer nada para embarrarla. Me sentía
bien cuando estaba cerca de Ian, hablando de libros y música, riendo o
simplemente diciendo incoherencias.
- Hola - le dije por fin conteniéndome la
sonrisa.
- Hola... em, ¿quería saber si vas a hacer
algo esta tarde?
- La verdad es que no, pensé en nadar un
rato en la playa, pero no tenía plantes ¿por?
- Es que mi abuelo me dio el día libre y pensé
que quizás quisieras salir juntos…
Le mire de nuevo, como la luz dibujaba
sombras en su cara, la pose relajada sobre el escritorio, los ojos brillando
como ningunos que jamás haya visto antes, y jugaba son una lapicera, casi
nerviosamente. Pensé en que sería una
hermosa foto si tuviese una cámara conmigo ahora, pero también como muchas cosas
hermosas, no las podría capturar con una cámara.
- Si – le conteste mirándolo.
-Paso por tu casa a las cinco y vemos que
quieres hacer – finalizó justo cuando sonaba el timbre.
Regreso a su asiento junto con sus amigos,
uno de ellos volteo a mirarme mientras hablaban con él, no me importo la
verdad. Con una ahora más familiar sonrisa fija en el rostro voltee a mirar a
Lily, quien tenía una mueca en su cara y abrió la boca para decir algo, cerrándola
rápidamente cuando el profesor pidió silencio. Comenzó a hablar sobre las bases
del arte grecorromano cuando la puerta se abrió, dando paso a un despreocupado
Dante, quien sin inmutarse entro lentamente al salón. Idiota pensé; miró alrededor y casi pude escuchar los leves
suspiros que soltaron mis compañeras de género cuando él pasó a su lado, no me
lo podía creer. Con una sonrisa maliciosa se sentó en el lugar que había a mi derecha,
dejándome entre él y la ventana.
El profesor se aclaró la voz para
recuperar la atención de sus alumnos tras un silencio un tanto incómodo.
- Muy bien jóvenes – comenzó – desde ahora
les diré que para aprobar el curso de este último año será necesaria la realización
de un proyecto creativo sobre un tema a elección. El mismo será grupal, así que
les sugiero que miren bien quien es su compañero de la derecha, ya que él o
ella será con quien trabajaran este año.
Genial…
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