jueves, 11 de junio de 2015

13º

    La tarde anterior había sido completamente consumida por los preparativos para la fiesta de Lily. Colgar luces, mover sillas, acomodar espacios para bailar y poner todas las otras millones de decoraciones que Lily había insistido en comprar, y aunque en el momento habían parecido un exceso le habían dado a la casa un aire de fiesta profesional y a Lily una sonrisa tan grande que tuve miedo que le quedara una marca permanente.
     Me había despertado bastante animada ante la perspectiva de la fiesta, que por más que me resultara un poco intimidante me agradaba la forma en la que mi nueva vida comenzaba a modelarse, mucho mejor de lo que jamas hubiese imaginado. Baje rápidamente a hacerme un buen desayuno y con ganas de salir a hacer algo de ejercicio a la playa.
     Juli y mi padre, aún durmiendo después de la larga batalla en el play station la noche anterior no se dieron por enterados después de todo el ruido que hice en la cocina, así que finalmente ya vestida con calza y musculosa les deje una nota junto a las galletas de que había salido a correr a la playa; y rápidamente me lance a la arena.
     Normalmente no me gusta correr, no es mi tipo de ejercicio, pero si debo decir q soy propensa a los ataques de locura, y entre ellos uno era salir a correr. Rápidamente decidí dirigirme a la parte más desierta de la playa, la que se alejaba de la ciudad, me gustaba poder disfrutar de un poco de paz y tranquilidad para meditar sobre mi primera semana.
     Había sido una muy buena semana, sobre eso no había mas vuelta que darle. Pensar sobre Lily e Ian me ponía feliz,no podía decir exactamente que los conocía, pero algo me decía que ambos habían llegado a mi vida para quedarse, y eso verdaderamente era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo. Juli también parecía haberse adaptado bien y lo había visto con varios chicos en los cortes entre clases, y alguna chica también... y todo me alegraba. Y papá, bueno, a papá lo veía más relajado, más sonriente y eso era lo mejor que podía pedir.Ni siquiera me puedo imaginar lo que debió ser trabajar en el hospital después de lo de mamá , incapaz de escapar de su recuerdo.
      Me embargó un sentimiento de profunda felicidad, de esa que parece salirte del medio del pecho e iluminar todo lo que se encuentra a tu alrededor. Íbamos a estar bien, todos nosotros, por fin estábamos consiguiendo salir adelante e íbamos a estar bien. Con una sonrisa de oreja a oreja apreté el paso de mis piernas sobre la brillante arena, y después de echar una mirada alrededor y asegurarme que estaba tan sola como deseaba me saque la remera, dispuesta a correr hasta deshacerme las piernas.
     Por un momento me quede pensando en mi madre, en cuanto la extrañaba aún y la llevaba conmigo día a día, en como me gustaría poder compartir todas estas nuevas experiencias con ella, el poder hablar una vez más, abrazarla una vez mas; pero también pensé que ella se alegraría por nosotros, por vernos bien y saliendo adelante. Tenía que llevarle flores cuando pudiera hacerme un momento y pedirle el auto a papá, me negaba a que su tumba quedase abandonada en el viejo cementerio.
     Instantáneamente me vino a la cabeza el sueño tan extraño de la tarde anterior, no era la primera ni la ultima vez que había soñado con ella, pero mis sueños nunca habían sido así. Generalmente eran recuerdos mezclados con sueños, mi madre acompañándome a alguna parte, viéndome competir o nosotras juntas simplemente mirando televisión. Pero nunca había soñado con ella en el cementerio, nunca. Y mucho menos había habido nadie más que nosotras y Juli y papá en mis sueños, nunca nadie más. Me fastidió que Dante hubiese conseguido meterse tanto bajo mi piel como para empezar a irrumpir en mis sueños, y no quería ni ponerme a analizar ese abrazo. Si he leído miles de novelas con el personaje del tipo príncipe valiente, pero al final nunca me había resultado suficiente, y menos iba a comenzar a parecermelo ahora con alguien tan altanero y desagradable como él.
      Sin darme cuenta ya había pasado por un buen trecho la punta rocosa de la playa, pero con el calor quemandome la piel decidí que podía ser una buena idea darme un chapuzoncito antes de volver al trote a casa, y con suerte el agua también sería capaz de borrarme tanto pensamiento de la cabeza. Mire nuevamente alrededor para asegurarme que estaba sola y rapidamente me quite los championes y la calcita, no es q fuera tan terrible estar en ropa interior en la playa, mi top y mi culote eran más grandes que los bikinis de muchas chicas probalblemente, pero había algo sobre andar por ahí en ropa interior que me hacía sentir cierto grado de vergüenza, y diversión al mismo tiempo, como si estuviera haciendo algo malo. Sip, mi cerebro ya no estaba muy bien después de tanto calor.
     Tome carrera antes de arrojarme al agua helada, había una cierta dulzura en sentir el pinchazo del frío en los músculos trabajando. Patalee para seguir bajando de la superficie, mientras sentía como el pelo mojado me acariciaba en ondas detrás mio. Salí de golpe salpicando a todos lados, y rápidamente me puse a bracear alejándome un poco más de la orilla y recorriendola al mismo tiempo; me encantaba la sensación de brazos y piernas empujando el agua, abriendome paso hacia adelante sin parar.
     Me decidí a salir un poco más rápido de lo que en realidad me hubiera gustado, pero todavía tenía un buen trecho hasta la casa y ya podía comenzar a sentir mis piernas quejarse deliciosamente por la exigencia.Bracee con la cabeza baja hasta que la profundidad no fue la suficiente como para seguir haciéndolo; y al levantar la cabeza, me encontré a un sudoroso y sonriente Dante.
     - ¿No se supone que a los gatos no les gusta el agua?- me dijo divertido mientras yo salía rápidamente del agua, desesperada por cubrirme un poco, había algo demasiado intimo en estar parada en ropa interior frente a él.
     - Y por qué no se lo preguntas a alguna de tus amiguitas de la clase, te aseguro que más de una estará encantada de contestar todas tus preguntas.
     - Pero ninguna de ellas se encuentra nadando en mi playa- me contesto borrando la sonrisa de supermodelo y poniendo una cara que se supuse debía ser levemente amenazadora, pero por alguna razón, no llegaba a creerla.
     - ¿Tú playa? ¿Desde cuándo las playas tienen dueño?
     - Era mi playa, hasta que tú llegaste a invadirla, tal como mi casa y mi familia; es una muy mala costumbre gatita.
     No me importaban todas las estupideces que salieran de su boca, pero había algo en el hecho de que me llamara gatita que me hacia desear rechinar los dientes. Pero me negaba dejar que él lo notara.
     - Mala suerte, porque no tengo planes de irme a ningún lado. –corté la conversación, reenganchando mi suave trote para deshacer mi camino.
     A Dante no le costó ni medio segundo ponerse a trotar a mi lado. No hay forma de negar que se veía magnífico corriendo si remera bajo el dorado sol, había algo extremadamente sensual en el sudor leve que brillaba sobre él y el pelo cayéndole a mechones sobre los ojos, no era ciega, pero esto de alguna forma solo conseguía irritarme aún más.
     - No sabía que salías a correr- me dijo con una respiración inalterada.
     - Pues no veo porque deberías haberlo sabido
     - Siempre intento saberlo todo, y tampoco sabía que tenías por costumbre salir a nadar en ropa interior – retrucó el socarrón.
     Pare en seco desparramando un poco de arena, y me tomé un momento para recuperar la respiración, no pensaba prolongar este jueguito más de lo netamente inevitable.
     - ¿Qué diablos quieres Dante? No tengo la paciencia para aguantarte mucho más antes de contestar una grosería, así que mejor dejemos las cosas claras.
     - ¿Por qué debería querer algo en especial? – me contesto aparentemente dolido, pero había algo más tintando sus ojos, me pregunte denuevo si era solo mi imaginación o estaba comenzando a ver más allá del modelo malhumorado. Me sentí levemente incomoda en su presencia al recordar el sueño que había tenido la noche anterior, en el que él me abrazaba.
     - No vienes a hablar conmigo sin una razón clara, las más frecuentes hasta ahora son molestarme e intentar que deje de juntarme con tu hermana, así que puedes soltar tu discursito de una vez porque no voy a seguirte este tonto juego ¿Qué quieres?
     Dante me miro a los ojos y por un momento los vi ablandarse
     - No lo se gatita, ya no se que quiero- me contesto tranquilo, pero pude ver como volvían a cerrarse sus ojos – me voy, nos vemos esta noche supongo – y ágilmente reemprendió la marcha a un ritmo mucho más rápido del que mis pobres piernas serian nunca capaces de adoptar.
     Pero no iba a seguirlo, no tenía sentido, porqué debería yo seguirlo, había sido él quien había venido a mi primero y en realidad no tenía nada que decirle, no. Así que sacudiendo la cabeza levemente reemprendí suavemente mi marcha a casa, pero ya sin la misma energía con la que había comenzado mi mañana, de alguna forma esta charla había conseguido cambiar mi energía, seguía feliz por esta noche, pero ahora había algo que me inquietaba. Deseaba poder llevarme bien con Dante, después de todo era el hermano de Lily y supuestamente un buen chico, pero no tenía la más mínima idea de cómo seguir lidiando con sus cambios de humor.
     Subí los escalones rápidamente y comencé a estirar después de sacudir la cabeza, no era el momento para pensar en esto, ya tenía suficiente para entretenerme hoy con la fiesta y el ponerme un vestido.

*  *  *

     Después de una larga ducha y pasarme un milisegundo por la casa de Lily para ver que todo estuviera bien y que ella no estuviera enloqueciendo, la primera si y la segunda no, con todo su entusiasmo y locura no me la imaginaba de otra forma antes de una fiesta. Pero luego de asegurarme varias veces que iba a estar bien y cualquier imprevisto podía ser arreglado por gemelo uno o gemelo dos me mandó a arreglarme a mi casa. Considere por un momento hablarle sobre mi charla con Dante de esta mañana y preguntarle si ella sabía que era lo que le podía haber picado a su hermano decidí no hacerlo, era mejor no preocuparla, y que lo que fuera que estaba pasando entre el gemelo malvado y yo quedase entre nosotros.
     Pase el resto de la tarde mimándome y aprontándome para la noche, haciendo todas las cosas que la mayoría de las chicas seguramente hacían a diario, pintarse las uñas, pasarse cremas y aceites, perfumarse y peinarse cuidadosamente el cabello; me encargue de todo esto recordando como mi madre lo hacía en su momento, y como le encantaba explicarme paso a paso todas estas cosas, en esos pequeños momentos que compartíamos juntas y me hacían sentir muy cercana a ella. Amaba poder recordarla de esta forma, con una sonrisa en el rostro y no con lágrimas en los ojos.
     El sol estaba tomando esa hermosa tonalidad rojiza del atardecer cuando por fin conseguí deslizarme dentro del vestido que había comprado el día anterior y unas sandalias negras con un poco de plataforma en los pies, de esas que hacen parecer que las piernas se te alargan en un par de segundos. Me pegue un repaso frente al espejo, retocándome el rímel y el brillo labial, que era lo único que me había puesto de maquillaje; mi até el cabello en una media cola para que los rizos rodearan levemente mi cara y me puse el collar que mi madre me había comprado para mi último cumpleaños, una pequeña estrella brillante en un cordoncito de plata. Sonreí al pensar en mi imagen, en lo entera que lucía, y lo entera que me sentía, mucho más que en mucho tiempo; ahora ya no quedaba más que hacer que bajar las escaleras...